Presentación de Tinnitus, de Andrés Torres Meza (Hojas Rudas, 2018)
Por Jorge Luis Navarro. Noviembre 2018
Tinnutus: (también denominados acúfenos) son los ruidos que pueden ser escuchados por nuestros oídos y que no provienen de ninguna fuente sonora externa.
El poema es una resonancia siniestra que no sabemos de dónde brota ni a quién le pertenece, pero que rebota sin parar dentro de nuestra cabeza, confundiéndose con los pensamientos, con los ruidos, con las ideas, con los ecos, con las pesadillas, con las vibraciones y con los silencios que existen en la caja acústica que cargamos sobre nuestro cuello. Presentar un libro siempre conlleva a algunas dificultades, como querer salir de un laberinto diseñado para no escapar, y más cuando el libro mismo se muestra como una escalera de caracol que lleva hacia uno mismo ¿Cómo hablar de lo que no vemos pero que sabemos que está adentro nuestro, de lo que oímos pero no sabemos de dónde suena?
Los acúfenos habitan en nuestra cabeza desde la época en que al ser humano le brotaron orejas para escuchar el primer crepitar del fuego. Nadie sabía cómo explicar o medir estos ruidos: ciertos poetas lo describieron en haikus tras largas borracheras. El siglo veinte y su obsesión por viajar al espacio supo nombrar los sonidos provenientes de la noche eterna: el oído interno, tal como el universo, aún habita en oscuridades. Se nos explica que lo que realmente oímos es el ruido de la sangre viajando por nuestra cabeza, aunque en realidad son taladros que suenan desde alguna habitación contigua: hacen vibrar las paredes de la cóclea para lanzar ruidos infinitos: emisiones otoacústicas similares a los sonidos que emiten los planetas: ciertas máquinas logran captar sus vibraciones electromagnéticas para medir al fin la inmensidad de todo aquello que nos separa.
Somos necrosis
receptores captando el aliento
corroído de los pulmones
del universo
Tinnitus, de Torres Meza, es un libro que también habita en oscuridades, como quien busca ser encontrado por las máquinas que traducen los mensajes del universo. Dentro de sus profundidades, estira sus brazos como un ahogado en un océano intergaláctico, grita con todas sus fuerzas en medio del lugar donde el sonido no se propaga: habitación insonorizada que nos alberga hace millones de años. Quienes sufrimos de algún trastorno auditivo, sabemos lo que es estar a solas con uno mismo en las salas insonorizadas donde miden el ruido y el silencio. Toda medición es siniestra. Las líneas azul y roja del audiograma son trazos que dibujan cordilleras de una geografía interior. Toda medición es un límite impuesto que nos separa del otro, que nos construye diferente y nos hace percibir desde otro lugar la realidad.
Florecen grillos
en la afiebrada frente
del silencio
Florecen versos, pequeños capullos se abren al pasar las hojas. Es que hay flores que se abren durante la noche, espectáculo en el ecosistema nocturno que se teje entre los pliegues de este libro: objeto también negro que se abre como una flor mientras es leída, mientras en la ciudad cae la nieve que lo silencia todo. Tinnutus, antes de ser un poemario, es un objeto de arte que florece como respuesta a un escenario editorial que se automutila en las guillotinas industriales del mercado. Un objeto que nos muestra hasta dónde puede llegar el papel, hasta dónde puede resistir en medio de los bombardeos catódicos y de pantallas touch.
circuitos neuronales
defectuosa instalación eléctrica
Elruidoyelsilencio. Entrelazándose. El ruidoyelsilencio. Entrelazándose en los circuitos defectuosos de la cabeza: estática que queda a la deriva y rezuma en tus oídos tras un concierto, todos los días sin parar. Elruidoyelsilencio. Escribir en realidad es huir de un ejército que machaca sin descanso dentro de las paredes del cráneo. El ruido. Y el silencio.
Escribir sobre el silencio no es nuevo. Escribir desde el silencio es que importa acá, de reconocerse en medio de un libro que muestra al desconocido que vive con nosotros, al que no queremos ver ni escuchar, al que ignoramos al prender la televisión. Vicente Huidobro escribió: El silencio/ se escondía/ al fondo del/ armario. Torres Meza, en cambio, abre de par en par las puertas de este armario y entra en la búsqueda de este huésped indeseado, lo saca a tropezones y empujones: luego lo invita a emborracharse e ir a una tocata de Supersordo.
Es probable que la sobredosis de música a todo volumen haya dañado los circuitos auditivos de este poeta. Las tocatas punk y los amplificadores chillando al lado de sus orejas dañó su audición, pero lo construyó como alguien que logra percibir otras frecuencias, algunos sonidos tan endemoniados que podrían llegar a enloquecer. Hay casos documentados de personas que enloquecen debido al tinnitus. Ante esto, o te dejas atrapar por el ruido chillando en tus oídos, o brota de ti una respuesta tan hermosa como la escritura.
Estamos frente al libro más personal publicado por Andrés hasta la fecha, quien deja de lado por un momento la escritura sobre los monstruos de la vida moderna, y se reencuentra con el monstruo que ruge dentro de él. Torres Meza es de los que afirma que el oído es el último órgano en morir, es por eso que quizá resuena dentro de la cabeza por microsegundos los destellos del disparo que nos deja sordos.
zumbidos
herida
no cicatrizada
Aguzar el oído y escuchar los martillazos, la banda que practica sin fin su repertorio. Aguzar el oído, porque al abrir este libro escucharán el mar. El rugido de sus furia chocando con nuestra carne, una batería desgastada que no para de sonar, el pulmón tísico de Dios emitiendo los ruidos de la locura.